TÍO VANIA

TÍO VANIA

Estrella del Universo Silencios

A mi modo de ver, uno de los finales más perturbadores del teatro es el monólogo de cierre de Sonia, en la obra teatral Tío Vania, del gran Antón Chéjov. He visto la obra en múltiples ocasiones, algunas de las producciones más hermosas y entrañables en el pequeño y recóndito teatro Chéjov ubicado antiguamente en el barrio de Lavapiés, en Madrid.

Al final de la obra, el tío Vania y su sobrina Sonia vuelven a quedarse solos y aislados en la hacienda familiar. Todos los demás se han ido, tras días de decepciones, esperanzas diezmadas, confesiones inoportunas y amores no correspondidos.  

El monólogo final de Sonia me parece devastador por el tipo de silencio que invoca: el silencio de la resignación, del hastío, de la rendición. El silencio de la desolación.

Te dejo aquí el monólogo de Sonia para que puedas apreciar su belleza y te recomiendo encarecidamente que leas o veas en el teatro esta monumental obra:

“- ¡Qué se le va a hacer!... ¡Hay que vivir! (Pausa.) ¡Viviremos, tío Vania!... ¡Pasaremos por una hilera de largos, largos días..., de largos anocheceres..., soportando pacientemente las pruebas que el destino nos envíe!... ¡Trabajaremos para los demás, lo mismo ahora que en la vejez, sin saber de descanso!...

¡Cuando llegue nuestra hora, moriremos sumisos, y allí, al otro lado de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos padecido amargura!... ¡Dios se apiadará de nosotros, y entonces, tío..., querido tío..., conoceremos una vida maravillosa..., clara..., fina!... ¡La alegría vendrá a nosotros y, con una sonrisa, volviendo con emoción la vista a nuestras desdichas presentes..., descansaremos!... ¡Tengo fe, tío!... ¡Creo apasionadamente!

¡Ardientemente!¡Descansaremos! ¡Descansaremos!...

¡Oiremos a los ángeles, contemplaremos un cielo cuajado de diamantes y veremos cómo, bajo él, toda la maldad terrestre, todos nuestros sufrimientos, se ahogan en una misericordia que llenará el Universo!... ¡y nuestra vida será quieta, tierna, dulce como una caricia!... ¡Tengo fe!... ¡Tengo fe!...

¡Pobre!... ¡Pobre!... ¡Pobre tío Vania!... ¡Estás llorando!  ¡Tu vida no conoció la alegría..., pero espera, tío Vania, espera!... ¡Descansaremos! (Abrazándole.)”