LA SERPIENTE DE ESSEX

LA SERPIENTE DE ESSEX

Estrella del Universo Misterios

Hay libros que tienen todas las de cautivarte desde el primer momento en el que posas la vista en su título, en su cubierta y en su sinopsis o bien mientras hojeas aleatoriamente sus primeras páginas. Un flechazo literario a primera vista.

Eso me ocurrió a mí con La serpiente de Essex (Siruela), de Sarah Perry.

Primero me atrajo su título y después su cubierta: Serpiente, Essex, el animal verde, ondulante, adornado con llamativas flores en la portada. Me vinieron a la mente dos escenas de mi imaginario particular: el monstruo del lago Ness, al que busqué insistentemente durante mi viaje a Escocia y la encantadora campiña británica, de la que tanto disfruté en los veranos de mi infancia.

Un libro que contenga ambos ingredientes tiene visos de acabar en mi biblioteca.

Y el flechazo literario es ya irreversible si además en sus primeras páginas hace referencia a la cita de Michel de Montaigne, extraída de su libro De los afectos:

“Si me apuran para que diga por qué le amaba, siento que es algo que no puedo expresar, salvo contestando: Porque él era él; y porque yo era yo”. ¿Puede haber una definición más clarividente sobre la naturaleza del amor?

La Serpiente de Essex es un libro bello y bien ambientado. La supuesta serpiente que acecha la ribera del Blackwater y que mantiene desvelados y aterrados a los parroquianos del lugar, encubre también a una serpiente interior, más velada, que amordazada se retuerce en el corazón de cada uno de los protagonistas, independientemente de su edad o su clase social.

En la novela, el tiempo transcurre sereno, lento; sisea como lo hacen las serpientes, dando paso poco a poco a las inquietudes de cada uno de los personajes, sus esperanzas, desencantos, ilusiones, miserias.

Los meses en que la amenaza del monstruo del estuario planea sobre las poblaciones de Essex, los personajes de esta novela coral se cuestionan sus planteamientos vitales y creencias personales, descubriendo que la voz auténtica va más allá de los prejuicios. Esa voz auténtica que muchos de ellos consiguen proyectar en las cartas y notas breves que se escriben entre ellos. Una conversación paralela y epistolar que aumenta el encanto de la novela.