A LA MISTERIOSA

A LA MISTERIOSA

Estrella del Universo Misterios

Robert Desnos fue un extraordinario poeta francés adscrito al movimiento surrealista. El otro lado -ese espacio onírico al que llegamos cruzando el espejo- era su campo.

El poemario de Desnos que más me conmueve lleva por título A la misteriosa (Poesía Hiperión). Son versos de devoción y dolor sobre un tema universal: el amor no correspondido.

Desnos se enamoró locamente de Yvonne George, una famosa artista del music-hall de París, que falleció siendo muy joven. Su pasión nunca fue recíproca. El poeta siempre estuvo al acecho, a la espera de algo imposible.

 

A veces parece recrearse en la pena de forma tortuosa:

¡Oh dolores de amor!

Cuánto os necesito y cuánto os amo.

 

Su obsesión es triste y melancólica y pone de manifiesto una resignación lángida:

He soñado tanto contigo, caminado tanto, hablado tanto, me he acostado tantas veces con tu fantasma que ya no me queda más quizá, y sin embargo, que ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que se pasea y se paseará alegremente por el reloj de sol de tu vida.

 

Se recrea en el poder que le confiere ser el amante que siente, el que tiene el poder, pese a carecer de esperanza:

Lejos de mí, mi precioso espejismo y mi sueño eterno, tú no puedes saber.

Si supieras.

Lejos de mí y aún más lejos tal vez por ignorarme y seguir ignorándome.

Lejos de mí,

Si supieras.

Si supieras cómo te amo y, aunque tú no me ames, qué feliz soy, qué fuerte y orgulloso me siento de salir con tu imagen en la mente, de salir del universo.

Hasta qué punto soy feliz.

Si supieras cómo se me somete el mundo.

Y tú, bella insumisa también, hasta qué punto eres mi prisionera.

Oh tú, lejos-de-mí, a quien soy tan sumiso.

Si supieras.

 

Manifiesta sin complejo sus volátiles ensoñaciones, esas destinadas a desvanecerse sin remedio:

Deslizarse en tu sombra a favor de la noche.

Seguir tus pasos, tu sombra en la ventana.

Esa sombra en la ventana eres tú, no es otra, eres tú.

No abras esa ventana detrás de cuyas cortinas te mueves.

Cierra los ojos.

Quisiera cerrarlos con mis labios.

Mas la ventana se abre y el viento, el viento que mece extrañamente la llama y la bandera envuelve mi huida con su manto.

La ventana se abre: no eres tú.

Bien lo sabía.