PRIDE

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PRIDE

 

Una de las comedias sobre el colectivo LGBT que más me ha divertido, a la vez que emocionado, es Pride (Matthew Warchus, 2014), una cinta británica que sigue la tradición de The Full Monty o Billy Elliot, insertando humor y ternura en un contexto social dramático y tumultuoso. Está basada en hechos reales y muchos de sus protagonistas existieron e hicieron historia.

La película empieza en junio de 1984, el día de la marcha del orgullo gay en Londres. Mark Ashton, un líder nato y brillante activista del colectivo LGBT, tiene la ocurrencia de crear la asociación LGSM (Lesbianas y gays apoyan a los mineros) con el propósito de recaudar fondos para ayudar a las familias de los mineros en un momento en el que el Sindicato Nacional de Mineros ha convocado una huelga en todo el país. Los beneficiarios del dinero que LGSM recauda son los habitantes de un recóndito pueblo galés, cuya vida y prejuicios saltarán por los aires con la llegada de los activistas al pueblo.

¡Dai, tus gays han llegado! — exclama Gwen, una entrañable miembro del comité, cuando Mark y sus amigos llegan al pueblecito como invitados. Allí se enfrentan a todo tipo de reacciones por parte de los vecinos. A ese primer encuentro le sucederán otros muchos que acabarán por consolidar una alianza sin precedentes entre las dos comunidades.

Pride es un canto a la amistad y a la solidaridad y demuestra que, para levantar puentes entre comunidades, hacen falta personas extraordinarias a ambos lados.

La moral es tan importante como el dinero, hay que mantenerla alta”, dice Mark. Él sueña con hacer algo grande, con crear un revulsivo que sirva para levantar el ánimo, recaudar más fondos y llamar la atención de la opinión pública. Así consigue organizar Pits and Perverts, un concierto benéfico memorable.

Un año más tarde, el 29 de junio de 1985, ocurre algo extraordinario en la manifestación del orgullo gay de Londres. Algo que a posteriori abrirá las puertas a la inclusión de los derechos del colectivo LGBT en el manifiesto del partido laborista.

Porque las pequeñas acciones pueden cambiar el mundo de las formas más inverosímiles. Una diminuta chispa de ingenio y pasión puede encender un fuego inextinguible.