Basada en la obra dramática The Children’s Hour, de la escritora estadounidense Lillian Hellman, La calumnia (William Wyler, 1961) es uno de los dramas psicológicos del cine clásico que más me han impactado. No solo por la modernidad de los temas que aborda la película y su elegante tratamiento sino también por la monumental actuación de sus dos protagonistas -Shirley MacLaine y Audrey Hepburn- y de los principales personajes secundarios. MacLaine estuvo nominada al Globo de Oro a mejor actriz por su actuación memorable en el filme.
Karen y Martha dirigen y son profesoras en una escuela privada para niñas. Les ha costado tiempo y esfuerzo sacarla adelante, pero han logrado afianzar su escuela, que empieza a ser próspera y rentable. Cuando todo parece estar estabilizándose y Karen decide dar el paso de contraer matrimonio con su prometido, una de las alumnas de la escuela, -una niña conflictiva y rencorosa –, afirma ante su abuela que las dos profesoras tienen una relación romántica entre ellas y que son amantes. Esa declaración se expande rápidamente por la localidad y acarreará consecuencias devastadoras para sus vidas.
La calumnia trata asuntos como la inconsciencia, el rencor y la maldad en la infancia y en la vida adulta. Sobre nuestra capacidad de generar sufrimiento a los demás y también de redimirlos con confianza y compasión. Sobre cómo se construyen y propagan los rumores y sobre como una mentira puede esconder un ápice de verdad apenas perceptible.
Tal y como decía nuestro poeta Antonio Machado:
Sin embargo…
¡Oh!, sin embargo,
hay siempre un ascua de veras
en su incendio de teatro