La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi cuenta con una obra literaria amplia y heterogénea: ensayos, novelas, cuentos y poesía.
Su voz poética es osada, desafiante. Contemporánea y a la vez llena de referencias y fórmulas clásicas.
Si tuviera que escoger uno de sus poemarios me decantaría por Estrategias del deseo (Lumen). Un recorrido por el deseo, el erotismo, el amor y el desamor entre la autora y otra mujer.
El deseo se muestra en su forma carnal (ávida, pletórica) y en su dimensión espiritual. Ambas facetas inseparables y convergentes en la sensualidad.
El deseo impregna los 59 poemas del libro pero selecciono y transcribo 3 de ellos que, a mi modo de ver, reflejan magistralmente todos los matices de su naturaleza.
El deseo como algo primigenio, anterior y superior a las palabras. Esas palabras que enmascaran y distorsionan su verdad. El deseo es indómito, habita dimensiones regidas por códigos sutiles y escoge rutas y estrategias insondables.
Estrategias del deseo
Las palabras no pueden decir la verdad
la verdad no es decible
la verdad no es lenguaje hablado
la verdad no es un dicho
la verdad no es un relato
en el diván del psicoanalista
o en las páginas de un libro.
Considera, pues, todo lo que hemos hablado tú y yo
en noches en vela
en apasionadas tardes de café
–London, Astoria, Arlequín–
sólo como seducción
en el mismo lugar que las medias negras
y el liguero de encaje:
estrategias del deseo.
Exuberancia
Ayer te deseaba tan exaltadamente
que estuve a punto de ligarme a otra
sólo por exuberancia.
El deseo
I
El deseo es un pájaro que huye
enjaulado muere
libre
un día regresa a la misma flor.
II
El deseo es un fantasma fugitivo
cuando lo atrapamos desaparece
libre,
nos conduce más allá.
III
El deseo es un rostro que esconde muchos rostros.
Si descubrimos el último
todavía nos queda el próximo.
IV
Y nunca el deseo arrojó el ancla
de modo que me vi obligada
a navegar.
V
Convocaste contra mis deseos
el principio de la realidad
pero no es posible desear la realidad
la realidad sólo se la padece.
VI
Me negaste por tres veces
en albas sucesivas
siendo yo tu única diosa.
Olvidaste tu fe
entraste en la era del escepticismo.