El azul es un color cálido (Dibbuks) de Julie Maroh es una novela gráfica exquisita y delicada que narra la historia de “amor eterno” y honesto entre Clementine y Emma.
Descubrimos su historia a partir de la carta póstuma que Clementine deja escrita para que Emma la lea tras su muerte y también a partir de los diarios de Clementine, que abarcan quince años de su vida.
La vida de Clementine se transforma e ilumina por primera vez cuando conoce a Emma, la enigmática muchacha de pelo azul. Su encuentro supone una sacudida, actúa como un tsunami sobre su realidad y despierta en Clementine dudas, miedos, recelos y, -de fondo-, el deseo visceral de ser ella misma y de descubrir el placer.
En la primera parte de la novela, el gris invade las viñetas que ilustran la vida de las protagonistas y solo el cabello azul de Emma destaca en la neblina grisácea, como un faro en la oscuridad. En esta primera parte se descubre el proceso de aceptación y reconocimiento de ambas, su intimidad, sus vaivenes, su pasión y sus renuncias en un mundo que normalmente exige monedas de cambio.
En la segunda parte llega el color, aunque es un color contenido, de tonos fríos. Han transcurrido doce años de convivencia entre las protagonistas. Una nueva etapa en la que los malentendidos, la cotidianeidad y los errores alejan temporalmente a las protagonistas para luego brindarles la oportunidad de reencontrarse… cuando ya no hay tiempo.
El azul es un color cálido inspiró el guión de La vida de Adele (Abdellatif Kechiche , 2013) -ganadora de la Palma de oro a la mejor película en Cannes-, que conmueve con el retrato de la historia de amor y desamor entre Adele (el nombre de Clementine desaparece en la película) y Emma, conducida de forma magistral por las actrices Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux (flamante con su pelo azul).
La película abre en canal y expone con sinceridad, -sin tapujos ni miramientos- los estadios de la relación de ambas chicas. Es fiel tan solo parcialmente a la novela gráfica, únicamente en determinados aspectos y secuencias. Tanto el final como el trasfondo y el eco del amor de las protagonistas cambia significativamente en ambas historias. Pero ambas valen la pena.