Era imposible que me perdiera una película protagonizada por dos de mis actrices favoritas, Kate Winslet y Saoirse Ronan, y más cuando la cinta narra una historia de amor entre ambas en la Inglaterra del XIX. Ese era el caso de Ammonite (Francis Lee, 2020).
La cinta aborda la relación entre dos mujeres que fueron eminencias científicas de su tiempo, la paleontóloga Mary Anning y la geóloga Charlotte Murchison. La historia amorosa que se plantea es una ficción, ya que muchos cronistas dan por hecho que entre ellas hubo solo una amistad que no pasó a mayores; pero la pasión que Lee imagina entre ellas es tan hermosa y emocionante que, como suele decirse, si non è vero, è ven trovato.
Mary Anning (Winslet) reside en Lyme Regis, en la abrupta costa de Dorset. Desde niña se dedica a recolectar y estudiar de forma autodidacta fósiles marinos. Camina a diario por playas salvajes de piedras oscuras en busca de nuevos ejemplares. Algunos de sus hallazgos son celebrados como hitos científicos. Al ser mujer, no es aceptada en la Sociedad Geológica de Londres, aunque es admirada y recibe visitas de algunos de sus miembros.
Una de esas visitas la realiza el matrimonio de geólogos formado por Richard y Charlotte Murchison (Ronan). En un momento dado, él decide continuar su viaje por el continente y opina que es preferible que su esposa se quede en Lyme con Anning unas semanas para reposar, dado que se encuentra aquejada por una depresión.
Ambas mujeres viven existencias circunspectas, así que su convivencia es un desafío. Con el paso de los días, los cuidados iniciales se extienden a caminatas por la costa y finalmente a un tímido intercambio de preguntas y sonrisas. Es el preámbulo de una apertura psíquica y física entre ambas mujeres que Lee trata con sobrada elegancia, sin mojigatería ni exceso.
En Ammonite se habla poco. La cinta no requiere de más diálogo porque, al estar protagonizada por dos actrices inmensas, con la mirada, la sonrisa y el rictus lo expresan todo. Cuándo miran, hacia dónde miran… Su lenguaje no verbal expresa a la perfección los sentimientos que encierran: deseo latente, alegría, inseguridad, celos, vulnerabilidad, amor.