EL FESTÍN DE BABETTE

EL FESTÍN DE BABETTE

Estrella del Universo Gratitud

La cinta danesa El festín de Babette (Gabriel Axel, 1987), basada en el relato homónimo de Isak Dinesen, ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1988 y es una de mis películas de cabecera.

Un homenaje al agradecimiento; al arte de saber dar y recibir. Un canto a la plenitud que sentimos cuando hacemos felices a los demás y cuando permitimos que los demás nos hagan felices a nosotros.

En un remoto pueblecito costero del norte de Europa viven las sexagenarias Martine y Filippa, dos hermanas que se dedican a hacer obras de caridad y a mantener las enseñanzas que su padre, -un pastor luterano-, inculcó entre los parroquianos. Las hermanas han dedicado su vida a esa misión, aceptándola con alegría. El sentido del deber pesó siempre más que los ideales románticos que en su juventud encarnaron dos caballeros, el cantante Achille Papin y el General Lorens Löwenhielm.

Una mañana reciben la carta de un ya anciano Achille Papin en la que les pide que admitan en su casa a Babette, una cocinera francesa que lo ha perdido todo en la guerra franco-prusiana. Las hermanas la acogen con hospitalidad y las tres viven en armonía.

Transcurridos unos años, Babette gana la lotería y decide destinar la totalidad del premio a la organización de un festín para la congregación. Los feligreses, acostumbrados a regirse por la contención, acuerdan vivir la cena con sobriedad y sin entusiasmo. Sin embargo, hechizados por la exquisitez del banquete y por las conmovedoras palabras del General, sucumbirán sin remedio al placer de los sentidos y al vigor de la alegría.

La escena de los fieles uniendo sus manos bajo las estrellas, mientras Babette y las hermanas conversan en el interior de la casa, compone uno de los finales más bellos que he visto en el cine.

Dice Babette, refiriéndose a Achille Papin:

“Sí, él decía: por todo el mundo resuena el grito del corazón del artista. Permíteme hacer todo aquello de lo que soy capaz.”

Y Filippa responde:

“Pero esto no es el fin de todo, Babette. Estoy segura de que no es el fin. En el paraíso tú serás la gran artista que Dios tenía pensado que fueras. Qué felices van a ser los ángeles.”