Probablemente, -sin ser plenamente consciente de ello-, el detonante de mi interés por el espacio, -por sus fenómenos, dimensiones y criaturas-, fue lo que yo y varios miembros de mi familia presenciamos una tarde de verano de mi infancia.
Como cada día al caer la tarde, salimos a dar un paso vespertino por los caminos que bordeaban Muriel de la Fuente, la pequeña villa soriana en la que pasábamos parte del verano. De repente, nos percatamos de que en el cielo, suspendido frente a nosotros, sin pudor o disimulo alguno, había un objeto volador no identificado. Emitía una fuerte luz. Nos quedamos atónitos contemplándolo. Fueron unos pocos minutos, fascinantes, tras los cuales el objeto se propulsó hacia arriba a una velocidad inaudita y desapareció.
Aquella misma noche, durante la cena, vecinos del pueblo llamaron a la puerta de nuestra casa familiar y nos avisaron de que el objeto se estaba viendo de nuevo en los pinares, a las afueras del pueblo. Era pequeña pero recuerdo que el corazón me dio un vuelco y quise subir corriendo a los pinares. Quería volver a verlo. Mis padres no me dejaron ir. Recuerdo el disgusto y la frustración que sentí ante aquella negativa.
Quizás ese fue el detonante… o quizás la curiosidad ya estaba dentro de mí desde mucho antes. Desde que tengo memoria me han interesado los libros, películas e historias que versaran sobre los misterios del universo (o de los universos). Lo que siempre he buscado son respuestas a preguntas sobre la existencia, el alma, el tiempo, el propósito último, Dios.
Si tu infancia transcurrió en los años 80 quizás también te marcaron películas como ET o Encuentros en la tercera fase y series como V, Galáctica o Starman.
De todos esos misterios galácticos, tanto desde el punto de vista de la ficción como de la investigación científica, hablaré en este universo llamado “Galaxias”, desde el que espero despertar tu curiosidad sobre el tema.
Como dijo Albert Einstein "La cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de toda verdad y ciencia. Aquel para quien esa emoción es ajena, aquel que ya no puede maravillarse y extasiarse ante el miedo, vale tanto como un muerto: sus ojos están cerrados"
