La mejor oferta(Giuseppe Tornatore, 2013), es un deslumbrante thriller psicológico, un engranaje perfecto de belleza y misterio.
Es también la historia de dos casas, ubicadas en una ciudad indeterminada de Europa. Ambas tienen algo en común: albergan una estancia secreta en la que lo verdadero y lo falso se diluyen.
“Siempre hay algo auténtico oculto en toda falsificación”. Son palabras del protagonista, Virgil Oldman (Geoffrey Rush), un experto en arte y agente de subastas de prestigio internacional. Un hombre maniático y supersticioso. Asustado, en realidad. Lleva una vida solitaria en una casa de interiores pulcros, rodeado de reliquias y excesos.
Su templo es una cámara en la que esconde la abrumadora colección de pinturas de retratos femeninos que ha ido adquiriendo a lo largo de los años para su deleite contemplativo, rayano en lo fetichista.
A veces, Oldman miente y estafa; aprovecha su posición privilegiada en las subastas para agenciarse, -con ayuda de un cómplice-, obras de valor estratosférico a precio de ganga.
Un día recibe la llamada telefónica de Claire Ibbetson (Sylvia Hoeks), una enigmática joven que, -tras quedarse huérfana-, le encarga las tareas de inventariar, tasar y subastar del contenido de la vieja villa familiar. La decadente villa aparenta estar abandonada; tiene paredes blancas desconchadas, decenas de ventanas con postigos deteriorados y un jardín asilvestrado.
En el interior dormitan arañas, carcoma, esculturas, cuadros, candelabros, mobiliario antiguo y unas extrañas piezas que parecen formar parte de un ingenioso mecanismo… Las paredes están adornadas con frescos de fuentes y jardines. Tras una de esas paredes mora la ermitaña Claire, que padece agorafobia y no ha salido de la casa desde hace años.
Los protagonistas hablan a través de la pared tras la que ella vive recluida. Un día, él la ve y se queda fascinado por su belleza. A partir de entonces se obsesiona con la mujer y sus circunstancias.
La película reflexiona sobre el anzuelo del misterio y la hermosura; sobre la frustración y la traición; sobre el peligro de subestimar a los que más nos conocen; y sobre la candidez de permitir que apelen a nuestro ego.
