La música invisible de Stefano Russomanno (Fórcola) es un libro fascinante que aborda la búsqueda de la “armonía de las esferas”.
En la antigüedad se creía que una música inefable (tempo, melodía y armonía) permanecía oculta y regía los movimientos de rotación de los cuerpos celestes. Pitágoras y los pitagóricos consideraban que matemática y sonido estaban conectados en una simbiosis perfecta que constituía la materia prima de toda realidad, de la perceptible y de la imperceptible.
Russomanno pone al descubierto lugares y espacios en los que parece esconderse la música de las esferas, a través poéticos ejemplos.
En el libro podrás descubrir:
la música de las piedras, donde cada animal esculpido en los capitales románicos se asocia con una nota musical, y una obra arquitectónica es en realidad un sutil pentagrama;
el sentido metafísico del canto de las ranas, de los pájaros, de los cetáceos y, -entre estos últimos-, el de la ballena jorobada, primadonna de los mares, que todos los años renueva su repertorio de cantos en las profundidades de los océanos;
los mensajes musicales secretos y codificados, destinados a una audiencia selecta que será capaz de descifrarlos;
las voces del agua, gracias a las grabaciones extensas y pacientes que el danés Skovgaard hace de los ríos de Escandinavia: “Skovgaard sabe que los sonidos de la naturaleza cobran verdadero sentido si se les permite desplegarse en un arco temporal amplio y continuo”;
las voces de las ninfas etéreas, exposiciones de un lenguaje divino que se manifiesta en el sonido del viento cuando se filtra entre las ramas de los árboles, en el agua que fluye lentamente ladera abajo, en el borboteo de los manantiales solitarios;
y un largo etcétera.