La escuela del río Hudson la forman un conjunto de pintores paisajistas estadounidenses de mediados del siglo XIX que, influidos por el romanticismo imperante, retrataron la grandiosidad de la naturaleza salvaje y virgen.
Uno de sus máximos representantes fue Asher Brown Durand que se caracterizó por pintar con extraordinario y meticuloso realismo árboles, floresta, ríos y rocas. La naturaleza como máxima expresión de verdad y espiritualidad.
Todas las pinturas de sus paisajes boscosos son una delicia, pero frecuentemente me descubro recorriendo el camino de Las hayas (1845, óleo sobre lienzo, Metropolitan Museum of Art, Nueva York), tras el pastor que apaciblemente conduce a su rebaño. Los tocones de los árboles talados y los troncos esbeltos de las hayas se alternan en la catedral agreste. La luz cálida del horizonte transmite sosiego y alegría. El bosque invita a adentrarse en él y a sentarse en la orilla de la laguna, para descansar frente al agua tranquila. Un remanso de paz.