De niña, siempre que me adentraba en un bosque, mantenía los ojos bien abiertos, no fuera a darse el caso de que un pequeño gorro rojo cruzara veloz la floresta ante mis ojos, tratando de pasar desapercibido. Estaba convencida de que, antes o después, me encontraría con un pequeño gnomo del bosque, escondido tras un tocón o entre la hojarasca. Él trataría de camuflarse… pero yo lo vería.
Esa fantasía nació tras la lectura de dos libros preciosos que me regalaron en un cumpleaños de mi infancia. Aún los conservo como oro en paño en mi biblioteca doméstica. Se titulan Los gnomos (Montena) y La llamada de los gnomos (Montena), ambos con textos de Will Huygen e ilustraciones maravillosas del artista holandés Rien Poortvliet. En ellos descubrimos el modo de vida y costumbres de los gnomos de varios lugares del mundo: sus hábitos domésticos, sus juegos, su gastronomía, sus leyendas, su arquitectura, sus vínculos con otros seres de la naturaleza, su rutina cotidiana y un largo y pormenorizado etcétera. Una enciclopedia de ensueño.
Son precisamente las ilustraciones de Poortvliet las que han configurado mi imaginario sobre ese universo mágico, de criaturas diminutas y bondadosas. El realismo de sus dibujos, mostrando a los gnomos en distintos contextos y situaciones, como si fueran testimonios gráficos de la realidad, son fascinantes. ¡Cuántas veces quise entrar en aquellas casitas soterradas bajo los árboles; recorrer los túneles y resguardarme en sus confortables estancias de madera!
Aún hoy, cuando estoy en un bosque, permanezco al acecho… porque nunca es tarde y, además, ¡la esperanza es lo último que se pierde!
¿Tú has visto alguno?